Justicia y sangre, sangre en avenidas
muerte en Vía D’Amelio, la balanza
se quiebra, se desploman los recuerdos
en una nube de humo y polvo, polvo
que inunda los papeles de juzgados,
el silencio de celdas
y el rumor de comisarías.
El sol de julio quema como el ruido
de cien kilos de trinitrotolueno,
sirenas y ambulancias, llanto y muerte,
pero el dolor no escapa, se prolonga,
asciende como el humo, como el polvo
que se posa en fachadas y edificios;
calles de sangre, calles de silencio,
calles de llanto y muerte.
Muere el hombre, no el tiempo, y la justicia
coloca su balanza nuevamente.
Escuelas con su nombre, un aeropuerto…
Paolo Borsellino.
Nombre de un hombre y su recuerdo
pero se fue la vida y, las coronas de flores
se marchitan en Julio
como un fuego que quema con el ruido
de cien kilos de trinitrotolueno.